Hola a todos,
Semanas después ya
relajado, empiezo mi humilde crónica. Era noviembre o diciembre del
2015 y ya había corrido mi primer trail de 18,5 k. Ya me picaron las
cuestas, me picó la naturaleza. Me estaba planteando, como siempre,
las próximas carreras.
Quería hacerla pero no me veía, me costaba
todavía mucho trabajo hacer una media y no me veía en una media de
trail.
Así que la descarté y me tiré a recorrer medias, así cayó
la media de Álhaurín y las que vendrían después.
2016, no me
acuerdo si septiembre, pero salieron las inscripciones a sólo 10
euros. Y sin pensarlo me apunté rápidamente, la iba hacer este 2017
de todas formas.
Este 2017 había que replantear las carreras y
seguir trabajando los trails.
Llegó diciembre
que con un comienzo de entrenamientos muy bueno, fue decayendo.... dolores en las piernas, rodilla, resfriados, otra vez dolores y otra
vez resfriados, así hasta el uno de enero, donde volvía a mejorar
para días después para volver a recaer, con tan mala pata que una semana
antes de la Capitana no era capaz ni de subir el Bentomiz.
Miércoles
previo a la Capitana y tirada habitual de 10k para test, y fatal,
malas sensaciones. Ya me estaba replanteando tiempos y marcas, quería
ante todo terminarla, no le tengo miedo a esa distancia, después de
mi pequeña experiencia ya me permito opinar.
Así que de un tiempo
previsto de 3h me pasé a las 4h. Sobre todo para eliminar estrés con
marcas, que aunque gustan tampoco debe basar uno su felicidad en
hacer mas o menos el tiempo que te propones, en dicho caso te olvidas
de disfrutar.
8,05 de la mañana
y llegabamos a la cafeteria Daoiz, mas de diez compañeros nos citábamos. Sobre las 8:30 la salida hacia Rincón de la Victoria,
dónde sumaríamos con otros tantos. Así con un frío que no me
gustaba nada, empezábamos la mañana en el paseo marítimo del
Rincón, a la espera de la salida. Las fotos de rigor, fotos y mas
fotos.
Comenzaba la grabación en cámara deportiva.
Salida en media
zona, nos esperaba rodar por el paseo marítimo camino de subida por
el río. Y ya empezaba a a sentirme mal. Primera subida con ganas
pero casi a 180 ppm., no iba a salir bien el día, bajada rápida
pero sin recuperar, mala cosa. Si no recuperaba no aguantaría, así
hasta el primer bucle vuelta al río.
En el río ya tenía
la opción de volver o continuar, tenía que continuar aunque fuera
andando. Y así lo hice, en cuanto mis pulsaciones subían de 175
paraba hasta al menos llegar a las 150 ppm.
Después de unos de los
avituallamientos donde me bebí cuatro vasos de isotónica, la sed,
el cansancio y las molestias en la rodilla, ¿qué mas podía pasar?
En una las cuestas,
tuve que rendirme y parar unso minutos, no podía más. Mis
compañeros de fatigas siguieron su curso y yo el mío. Desmoralizado
poco a poco fui subiendo con la esperanza de recuperar.
Cuando en una
bajada no puedes correr es mala cosa, y así estaba yo, a escasos 5
kilómetros de meta y andando, parando para quitarme la plantillas de
goma eva, que se me habían movido y me estaban haciendo daño. Algún
que otro trote ligero, pero parando a los pocos metros, cada subida
era un infierno, calambres, músculos que se me montaban, pero aun así
siempre con humor y hablando con todo el que se me cruzaba. Gracias a
un corredor que me dio una pastilla de glucosa conseguí mejorarme. Me repetía una y otra vez que eso ya estaba hecho. No quería desmoralizarme más. Ya me ocurrió en la Animal Trail en el kilómetro 22 a escasos 4 kilómetro de meta, lo malo pasa y mandarme mensajes negativos no ayudaría.
Casi un kilómetro, sendero entre cañas y ya olía la meta. El
estadio estaba cerca y mi ánimo subía.
Entrar con orgullo
y corriendo, dijo uno de los que estaban cerca viendo la prueba, y fue como un botón
que pulsaron, me lancé en busca de la meta como si la vida me fuera
en ello, camino de Chito y me fundí en un abrazo, había llegado.
Mis compañeros axarlones estaban cerca, había sufrido pero la
recompensa de terminarla valía la pena.
Con lágrimas en
los ojos, ocultas por la gafas de sol, y con ganas de irme a un
rincón y hartarme de llorar, lo habia pasado mal, muy mal. Nunca
antes en una carrera como ésta. Y no por la dificultad de la misma,
que lo era, sino por el conjunto de factores que os he contado.
Brutal.
El avituallamiento final, genial. Buen bocadillo de lomo, cervezas de sobra, baticate, fresas con nata, todo de sobra. Un diez. Ambiente inmejorable.
Tres días después
ya estaba empezando mi recuperación, y todavía no lo estoy pero en
eso estamos. Algún año volveré y la machacaré sacándome la
espina que me ha dejado. Lo prometo.
Suerte corremontes.
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