Creo que fue en
enero de este año cuando, me comentó un padre de un compañero de
mi hijo, y hablando de rutas y montañeo, que de cómo hacía una semana que
había subido al castillo bentomiz partiendo del rio seco. Me
sorprendió un poco dicha ruta porque la desconocía totalmente y
nunca había oído hablar de ella, así que me picó la curiosidad.
Creo que las ruinas de dicho emplazamiento tal vez en mi vida las visité una
o dos veces, en bicicleta y de ésto hace más de veinte años....
Así que con muchas
ganas fuí haciéndome el cuerpo. Tras varios intentos de quedar, que
sí uno se apunta que si el otro no puedo, que ¿quién coño se
levanta temprano un domingo?. O que si la ruta era muy fea, y sí que lo era.
Al final, casi de
una semana para otra nos pusimos en marcha, finalmente sólo cuatro
los participantes, los mismos que el año anterior subimos a la
maroma. Sobre las 9:15 y saliendo desde el polideportivo nos
dirigimos por la ruta habilitada que une Vélez y Caleta y que forma
parte de la Gran Senda de Málaga, dicho camino es el camino de algarrobo, pero no el que transitamos camino a la Caleta, sino otro que se desvía a la izquierda, aquí nos econtramos con este curiosa zona para meriendas y otras hierbas, el cual también desconocía, para después coger un desvío que
nos llevaría al cruce del río Seco y unos pocos metros a la
izquierda, otra vez recto, pero esta vez subiendo a tope.
Aunque la
temperatura era de un poquito de frío, a la hora de transitar por
estos lares alejados de la mano de Dios, ya empezamos con los calores
propios más de otras épocas, y cogiendo un ritmo interesante
seguimos subiendo y subiendo, el camino a veces de tierra y las más
de la veces asfaltado no nos permitía gran vista, sólo vista
parcial de los terrenos y viviendas y con cruce de la típica
furgonetilla de campo, con un ambiente seco, pero al menos muy silencioso.
De vez en cuando en
alguna curva, nos obsequiaba con unas vistas muy decentes, de Vélez
y de la playa, pero de ésto ya transcurrido un buen rato.
Dicen, que no lo he contado y perdonen la reseña, que
el recorrido de subida es de unos seis kilómetros, igualmente la bajada, así que con la
previsión de estar de vuelta temprano seguimos con ritmo azaroso,
tras nuestra primera parada, para mí insprescindible, para el
avituallamiento de fruta y abundante agua y de algún raro preparado alimenticio que y de otro.
Tras la parada,
digo casi obligada, seguimos pues, con alegría, hacia nuestro
objetivo que casi se divisaba a lo lejos. Así seguimos cruzando
otros caminos y no pude evitar ver con desgracia como quedaban los
restos de imitaciones de grandes y pequeños chalets, algunos burdas imitaciones de lejana ostentación, con la cutrez de a pie de carretera, muy lejos de la típica de
casa de campo. Tal vez azotados por la crisis, algunas propuestas de
edificación que gracias o no ahí quedaron, no sé que es mas triste
si la construccion descontrolada y de muy mal gusto o el propio
castigo que deja a medio terminar lo empezado....
Bordeando chalets y
con alguna vista de agradecer que otra, nos adentramos en el
municipio de Arenas, casi sin enterarnos para tras dar un curvas y
nunca sin parar de subir llegamos a nuestro destino. Lo mejor: las
vistas de toda la zona, y de los pueblos colindantes, la playa,
etc... Un lugar para recrearse un buen rato y deleitarse, que si
acoapañado de un segundo desayuno, casi que mejor, al puro estilo
hobbit.
Un par de vueltas
de exploración al lugar, que si una ruina por aquí y un caminito por allá, y a bajar, como ya os digo con la intención
de almorzar en casa.
Casi tras recorrer unos metros nos encontramos
con un grupo numeroso de motoristas, no sé que encanto lo de las
motos, lo de la bici lo entiendo, pero lo de la moto, con su ruido y
contaminación no lo comparto.
Las piernas y el
cansancio de mi desentrenado cuerpo empezaba a notarse y por
desgracia en este día no había traido el calzado adecuado y mis
pies se resentían. También nos encontramos con excursionistas
tardíos, y el sol nos dió de lo bueno, así lo atestiguan mis
quemaduras. Ya cerca, y de vuelta, no saludaba el río seco, haciendo honor a su nombre, indicándonos el fin de la bajada y el tramo final que nos conduciría por fin al punto de partida.
Por fin, sobre las
14:30 llegamos al polideportivo, qué alegria y fatiga, pero con la
satisfacción de los deberes cumplidos, nos retiramos a lamer
nuestras heridas de guerra a la espera del siguiente combate.
En nuestra segunda salida en este pequeño grupo que hemos formado, vamos disfrutando de la naturaleza, quitándonos el estress e inyectándonos un chute de energía de positivismo y compartiendo al andar, nuestros gustos, la literatura, la política y un poco de todo, intercambiado opiniones, y caminando se va aprendiendo a ser tu mismo y a conocer a los demás.
Que rica herencia la que todavía tenemos
y por suerte podremos disfrutar, el sol,
el aire, el estar vivo, si no fueramos capaces de disfrutar de estas pequeñas cosas, qué infelices seríamos.
Atados como esclavos con las cadenas que son el dinero, el cual nos esclaviza y nos engancha cual vil droga, y no al uso, sino al abuso, como casi todo en la vida, fuente de pesares y de crisis económicas y de valores.
Vélez Málaga, Marzo de 2014.
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